Los niños, desde el nacimiento, están expuestos a diferentes ambientes de desarrollo que les proveen de experiencias y aprendizaje. Estas experiencias influyen directamente en el ámbito cognitivo, psicológico y emocional y a la vez, este bagaje constituye lo que serán los futuros adultos, de ahí la importancia que tienen las buenas experiencias desde el nacimiento.
En el desarrollo infantil, desafortunadamente, estas experiencias no siempre son buenas. Algunos ejemplos comunes de experiencias adversas son el maltrato infantil, presenciar violencia en el hogar, carecer de los padres o que alguno de ellos esté en la cárcel; por mencionar algunas.
Una investigación realizada por los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDS) arroja que al menos 5 de las 10 principales causas de muerte están asociadas con experiencias adversas en la niñez y prevenirlas podría reducir los casos de enfermedades crónicas, los comportamientos de salud riesgosos y los problemas socioeconómicos más adelante en la vida.
Estos efectos pueden ser a corto o largo plazo y una de las repercusiones que más preocupa, es la mala alimentación, ya que los efectos negativos se manifiestan progresivamente y desencadenan en otros problemas como depresión y ansiedad.
“Prevenir las experiencias traumáticas en la niñez e iniciar las intervenciones clave cuando ocurran, reducirá las consecuencias para la salud a largo plazo y beneficiará el bienestar físico y emocional de las personas hasta que se hagan adultas”. dijo el director de los CDC, Robert R. Redfield, M.D.
Frente a esto, crece nuestra responsabilidad como padres y sociedad, encargados al cuidado de los niños. Si nos enfocamos en proveer a los pequeños de experiencias favorables, estaremos asegurándoles una vida feliz y sana.
Algunas acciones que se pueden emprender son:
- Identificar y reconocer los problemas familiares que pudieran afectar a los pequeños
- Promover actividades en familia que aporten experiencias positivas
- Buscar ayuda psicológica en centros especializados
- Dar ejemplo de acciones favorables como llevar una buena alimentación, demostrar empatía y afecto.
Cuánto más favorable sea el ambiente primario, más conexiones positivas se formarán en el cerebro y repercutirán en el progreso de los niños y en todos los aspectos de su vida, en términos de desarrollo físico, emocional y social, así como su capacidad para adquirir hábitos alimenticios saludables.